18 de diciembre 1991
Diario intimo…
Después de pasar el día de ayer en Neverland, volvimos a la casa que alquilo Edward. Cada vez me gusta más Los Ángeles, ya con el hecho de haber visitado a Michael, más todas los hermosos paisajes que hay aquí, no me quiero volver más a New York… Hablando de eso, allí todavía mi madre esta enferma, y cada vez que la escucho hablar por teléfono la oigo peor, a veces tengo miedo de que le pase algo y me siento algo culpable por estar aquí disfrutando y ella allá sufriendo, pero según ella, merezco ser feliz.
Hoy Edward tuvo que ir de nuevo con Mike, primero fuimos a hacer unas cosas del trabajo de Ed. y luego fuimos a casa de Michael.
Es una sensación hermosa la que siento cuando vamos en la limousine con Michael, todos los fans golpeando las ventanas, gritando y corriendo. Me siento orgullosa y realmente bendecida de poder estar ahí con el. Sabiendo que miles de personas quisieran estar en mi lugar.
Guau, y se ve tan hermoso con esas camisas que usa. Hoy uso una color violeta, se veía tan bien, apenas puedo mirarlo a los ojos cuando me habla, su sonrisa me puede...
Mas tarde entrando al Rancho de Neverland:
Ed: Oye Liz, ¿Porque no te quedas aquí con Michael mientras dejo estos papeles adentro?
Yo: Claro Ed – me senté en el césped
Michael: ¿Te gusta Neverland Liz? – se sentó a mi lado mientras miraba su alrededor
Yo: Por supuesto, (miré a Michael) nunca había visto algo tan hermoso…
Michael: Jajá, a mi también me encanta todo esto (No se dio cuenta que lo miré)
Yo: Michael, ¿Nos podemos subir allí? – señalé la rueda de la fortuna
Michael: ¡Me encanta, vamos!
Subimos, y el juego comenzó a funcionar, la cabina donde íbamos nosotros subía cada vez más alto
Yo: ¿Michael, estas seguro de que no nos pasará nada aquí?- dije asustada
Michael: Ajaja, no, nada- rió
Yo: Esta bien –también reí
Michael: ¡Mira, allí viene Edward!
Yo: Si, es el, jajá – lo saludamos con la mano
Vimos que Ed. se subió en una de las cabinas del juego, y al rato:
Yo: ¿Michael, te pudo hacer una pregunta?
Michael: Claro, dime…
Yo: ¿Por qué necesitabas un nuevo abogado? Y… ¿Por qué Edward?
Michael: Bueno, la verdad es que debía buscar uno nuevo, porque el que tenía no me daba mucho resultado y supe de Edward, por eso lo contraté.
Yo: Ah, bien… -dije esperando otra respuesta
Michael: Es que, no me hace muy bien hablar de esto, pero como confió en ti te lo diré...
Yo: Si, entiendo
Michael: Yo invitaba aquí a Neverland a muchos niños para que vengan a jugar y quedarse a dormir, niños enfermos, porque me hace feliz saber que los niños lo son. Pero como existe gente tan ignorante y prejuiciosa, bueno… llegó un momento en que me acusaron, por… - se detuvo apenado
Yo: ¿Por abusos… sexuales? – dije confundida
Michael: Si… - bajo la cabeza casi llorando
Yo: Michael, tú no eres capas de hacer eso…
Michael: Me cortaría las manos primero, pero parece que para otras personas si lo puedo hacer…
Yo: Pero tú sabes que no, y sabes que no es verdad, yo creo en ti Michael, yo creo en ti…
Michael me miró profundamente por unos segundos, hasta que el juego terminó. Edward ya estaba en el piso esperándonos con una gran sonrisa. Nosotros también le sonreímos.
Ed: ¡Esto de verdad es genial!
Michael/Yo: Si, de verdad lo es – sonreímos
En eso suena el celular de Edward, dijo que ya debíamos irnos, era tarde. Saludamos a Michael y salimos de Neverland.
Ahora estoy en mi cuarto querido diario, muero de sueño, tomaré un baño y me acotaré…
19 de diciembre 1991
Querido diario…
Parece que la vida no me puede ver feliz…
Apenas desperté fuimos al trabajo de Edward, con Michael. El paso a buscarnos con unos cuantos guardaespaldas y millones de fans a su alrededor. Como siempre, Michael las encantaba con sonrisa mientras firmaba autógrafos; Tengo que decir que a veces siento celos, pero se me pasa todo cuando Michael toma mi mano para correr antes que aparezcan paparazis.
En fin… tuve que esperar afuera unos minutos en el trabajo, aunque Michael insistió en dejarme con uno de sus guardaespaldas conmigo.
Nos conocimos, dijo que se llamaba Bobby, es simpático.
Quedamos hablando hasta que Edward y Michael salieron. Nos volvimos a casa de Ed. A Michael le gustó mucho. Por eso recorrimos la casa hasta que suena el teléfono. Yo corrí a contestar.
Yo: Hola…
X: ¿Liz, eres tú?
Yo: Si, ¿Quién habla?
X: Tu tía Rose
Yo: Ah hola tía ¿Cómo estas?
Rose: Desgraciadamente mal Liz…
Yo: ¿Por qué? –dije confundida
Rose: Tu madre… -comenzó a llorar
Yo: No me asustes tía ¿Qué paso con mi madre?
Rose: Tu madre murió Liz… Murió…
Yo: No, no, no, no tía, ¡NO! Mi madre no – comencé a llorar desesperadamente
Rose: Lo siento Liz, pero así fue –ella también lloraba conmigo
Yo: Oh por Dios – me caí en el sillón y corté el teléfono – Mi madre no por favor
En eso Edward y Michael me escuchan llorar a los gritos.
Ed: Por Dios Liz, ¿Qué pasó?
Yo: Edward, mi madre mur-murió…
Ed: ¿¡Como que murió!?
Yo: Si Edward, murió. Mi tia acaba de llamarme por teléfono
Ed: ¡No puede ser Dios!
Yo continuaba llorando.
Michael: Liz, cálmate preciosa, ya veremos que pasará – pero el también estaba muy triste
Edward y Michael se miraban entre ellos confundidos mientras me consolaban.
Yo: ¿Por qué siempre a mi Edward? ¿Por qué?
Ed: No Liz, no llueve sobre ti… solo llueve…
Michael: Eso es muy cierto, ya no llores Liz, por favor, no llores – me abrazó fuerte
Yo: Michael, no quiero quedarme sola, prométeme que siempre seremos amigos.
Michael: Lo prometo Liz, lo juro. – me aseguró
Yo: Y tu Edward, nunca me dejes por favor.
Ed: ¡Nunca! Eso ni lo dudes
Michael: Ya Liz, ¿Quieres ir a Neverland?
Yo: Ajá – afirme con la cabeza
Ed: Vamos… - me tomo de la mano
Pasamos la tarde en Neverland, Michael y Edward siempre tan buenos, todo el tiempo trataron de distraerme, pero todavía dejo caer una lágrima de vez en cuando…
20 de diciembre 1991
Querido diario…
Hoy volvimos por un rato a New York, mi tía Rose volvió a llamar para saber si iría al funeral de mamá. Así que tomamos el primer avión que nos lleve.
Michael quiso ir, y por supuesto también yo. El y Edward son como mi amuleto de la felicidad. Sin ellos no seria nada.
Al llegar a New York, fuimos al lugar donde velaron a mi madre. Todos mis parientes lloraban y por supuesto, yo no pude evitar dejar caer al menos unas cuantas lágrimas.
Ver a mi madre ahí me hacia acordar tanto a papá. Y de alguna forma me siento culpable de su muerte, porque no estuve allí para ella cuando lo necesitaba.
A mis familiares les llamaba mucho la atención la presencia de Michael, algunos me preguntaban por el, pero por respeto no hicieron escándalos.
Mas tarde al terminar todo, Edward, Michael y yo nos sentamos afuera en las escaleras. Con caras largas, dejamos el tiempo pasar.
Yo: Ed… estoy sola en este mundo.
Ed: Claro que no Liz.
Yo: Si, lo estoy, mi padre murió, tarde en recuperarme de eso, y ahora mamá.
Ed: Lo sé, pero sin embargo lo tienes a Michael, y a mí.
Michael: Que jamás te dejaremos sola, eres una parte de nosotros ahora.
Yo: Se los agradezco, pero ya que, soy huérfana…
Michael: Liz mírame- me tomo de la barbilla y me miro a los ojos- Ni Edward, ni yo, te dejaremos. Nuca estarás sola. Y te prometo que juntos haremos lo posible para sacarte una de esas hermosas sonrisas que tienes.
¡Casi me derrito cuando me dijo eso, apenas podía mirarlo a los ojos!
Yo: ¿Lo harán?
Ed: Eso ni lo preguntes, claro que sí.
En eso se acerca mi abuelo Williams. Saludo gustoso a Michael y Edward.
Yo: Abuelo… - lo abrasé
Will: Pequeña, que gusto verte
Yo: Igual yo – sonreí
Will: Oye, mira, esto es de tu madre – sacó un papel de su saco
Yo: ¿Qué es?
Will: Solo ábrelo y guárdalo bien
Yo: Esta bien, adiós abuelo, te quiero.
Will: También yo tesoro. Cuídate
Espere a que el abuelo se alejara y abrí el papel. Michael y Edward se acercaron para ver…
Quedamos realmente sorprendidos al ver lo que decía. Era el testamento de mamá. Y al final decía:
-Sin más, dejo a mi hija Elisabeth Halen a total cuidado de Edward Prese…
Al ver eso abrimos grandísimos los ojos y nos miramos entre los tres súper sorprendidos.
Yo: Edward, ¿Esto quiere decir que serás mi tutor? Es decir…
Ed: Que te tendré que adoptar – sonrió
Yo: ¡Oh Edward! Después de todo, mamá no era tan mala – lo abrasé
Michael miraba muy sonriente.
Yo: ¡Michael! – también lo abrasé
Hasta que en ese justo momento nos encandilo… ¿un flash?
Michael: ¿Qué fue eso?
Ed: No lo sé – miro a su alrededor.
Yo: ¡Oye, mira, mira!
Michael: ¡Paparazis!
Corrimos hasta la limousine de Edward con guardaespaldas, mientras nos seguían millones de cámaras y fanáticos. Entramos y tardamos un rato en salir, pero lo hicimos.
Yo: Guau Michael ¿Por qué todos huyen de los paparazis?
Michael: Porque nadie sabe que historia ridícula inventarán cada día…
Llegamos a mi casa, había unos parientes míos haciendo papeles sobre la herencia. Pero nada mas llevé mis cosas de Michael que estaban en mi cuarto. El se sorprendió mucho y se puso muy feliz al ver todo eso. Me lo agradeció muchísimo.
En fin… ahora estamos en un avión de vuelta a Los Ángeles, ya que Ed y Michael deben hacer cosas del trabajo…